Diario El Pueblo: Al Dorso con Cecilia Eguiluz
Con 14 años de edad “tuve que salir a encarar la vida, fue una etapa muy dura”
Al Dorso con Cecilia Eguiluz
Trabajó en la Oficina de la Juventud de la Intendencia de Salto (2000-2005), fue Edil (2005-2010), Secretaria General de la Intendencia de Salto (2010-2015), Diputada y Senadora (2015-2020), en esos años se recibe de abogada, hoy retornó a la política en otro partido, Cabildo Abierto. Pero eso es historia conocida. Cecilia Eguiluz cuenta a EL PUEBLO cómo fueron sus primeros años, donde ya a los 14 años de edad tuvo que comenzar a trabajar para ayudar a la familia ante la enfermedad de su padre.
1. ¿Cómo fueron esos primeros años?
– Primero viví en 8 de Octubre 1740, a media cuadra de la Escuela 105. Tenemos una barra que se llama así, la barra de la 8 de Octubre, tenemos un grupo de WhatsApp que cada tanto nos juntamos a comer algo. Vivíamos en una especie de apartamentos que hay para arriba que era como un condominio, que mi padre bromeando le decía el conventillo de 8 de Octubre. De ahí con 6 años me fui para la casa de mi abuela, que termina siendo la casa histórica, haciendo cruz con Ferro. Así que siempre en el mismo lugar, porque estábamos a cuatro cuadras de distancia. Fui al Jardín 115, a la Jardinera de la Escuela 2 hasta 3° año, y luego me fui a la 105. El lugar de encuentro era la Plaza de Deportes.
2. Una vez mostró una foto suya de chiquita y la comparó con su hija y eran idénticas.
– Sí, muy parecidas, si quieren saber cómo era yo de chiquita vean esa foto, y si quieren saber cómo seré de grande vean la foto de mi tía, somos todas cortadas con el mismo molde de los Eguiluz.
3. ¿No de los Laxague?
– No, mi madre siempre fue muy rubia, vasco francés, y yo absolutamente morocha, ahora con canas, pero morocha como los Eguiluz. Mi infancia fue ahí, entre estas escuelas que te digo y Ferro Carril, que era mi club de toda la vida, ahí hice todo, voleibol, natación. Era un lugar de encuentro. A veces nos bajábamos a Progreso que tenía una canchita pero que ahora hay unas viviendas. Éramos todos amigos en la misma zona. Me gustaba la actividad deportiva, entonces andaba siempre haciendo alguna actividad de la escuela, viste que antes había competencias, yo me anotaba en todas, era malísima, pero me anotaba igual (risas).
4. ¿Era de participar en todas las fiestas de la escuela?
– ¿Y qué te parece? Mirá, yo era tan horrible cantando, que tenía un director que hasta ahora lo veo y le grito y se tapa la cara, pobre. Eran tan mala cantando y quería estar en todo, entonces armaban para mí un espacio de declamación. Hice declamación y teatro cuando era chica, mientras iba a la escuela, era muy hiperactiva, entonces hacia teatro, ballet como toda niña, y después hice declamación. Iba a Radio Cultural, que en ese momento tenía una fonoplatea. Además, escribía poemas. De hecho gané un concurso una vez. Entonces, en la escuela mientras los demás cantaban, en un momento yo hacía la declamación. Siempre me gustó leer mucho, me gusta la literatura, entonces me aprendía todo lo que eran poemas, y ahí declamaba. A veces hacía intervenciones larguísimas, siempre me tocaba todo lo que eran actos.
5. Uno te ve hoy y siempre ve a tu hermana al lado acompañándote, ¿cómo eran de chiquitas?
– Igual, éramos y somos muy pegadas. Soy la más grande y de armas tomar, y ella siempre al lado. Ella ha iniciado muchos desafíos, en los que siempre la acompañé. Tuvimos una niñez muy linda porque vivíamos con mi abuela, con mi padre y con mi madre, pero éramos una familia muy chica, porque además nuestros primos son muy pocos y algunos muy grandes.
6. ¿Cómo es la anécdota del concurso literario que ganó de chica?
– Yo escribía y estaba fascinada escribiendo. Aprendí a hacer sonetos y todas las modalidades de los poemas para poder cumplir con todas las reglas. Con 9 o 10 años me presenté a un concurso que hacia Radio Cultural con un diario, gano el primer premio con un poema que había hecho en la creciente del río Uruguay, me sacaron una foto, y yo me sentía en ese momento que era como Juana de Ibarbourou (risas). Agarraba esas hojas oficio antiguas de color amarillas que tenía mi padre y escribía en la máquina o a mano, y un día estaba mi padre tomando mate afuera y salgo con otro poema escrito, mi padre me dice, “mirá, esto es muy lindo lo que vos hacés, es precioso, escribís muy bien, pero te voy a avisar una cosa, de esto no se vive en este país” (risas), y ese día, dejé mi hoja y mi lápiz y no volví a escribir más. Es una asignatura pendiente que tengo.
7. ¿A qué liceo fuiste?
– Al liceo 3 y al 5. El liceo 3 de la época de los galpones de CALSAL, que le decían, antes del shopping, un liceo fantástico. Fui de mañana, luego fui de tarde, siempre cambié. Todos los años cambiaba a mis compañeros, me movía mucho. Hice 1°, 2° y 3° en la mañana, con diferentes grupos, con gente de las chacras, de Barrios Artigas y Uruguay. Después me fui a la tarde hasta la noche. 5° y 6° lo hice en el Liceo 5.
8. ¿Es en esos años que comienza su pasión por la política? Te he escuchado contar que comenzaste a los 14 años a trabajar en política.
– Es verdad. En realidad siempre se habló mucho de política en mi casa, mi padre fue una persona muy formada, un batllista de esos que no te inculca una religión ni un partido político. Él nos hacía leer todo, informarnos. Pero en el 85 yo era muy chica, en ese año aún estaba en la escuela, en 5° año. Empezaron las primeras reuniones de temas políticos y me acuerdo que mi padre me llevó a tres actividades que me dejaron bien marcadas. Una era en Plaza Artigas, una actividad de los blancos, que había tenido una caravana enorme. En esa misma campaña me llevó al Club Universitario a ver a Tarigo. Y después me llevó al CRES, donde había una juntada del Frente Amplio, que recuerdo que había muy poquita gente. Me llevó a todos esos actos porque mi padre era muy crítico de todo y quería que viéramos todo. Ese es mi primer recuerdo político, mirándolos a todos. Mamá era más partidaria, colorada de Barbieri, ella era más hincha, a diferencia de papá que era más crítico. Lo mismo con la religión. Para que te hagas una idea, a los 7 años de edad comencé a leer mitología griega.
Con 14 años fui a una actividad que había en el Club de Pesca, papá era muy amigo de Malaquina, y le dice “mi gurisa quiere hacer algo de política”, y me empiezan a convocar para un grupo, me metí de lleno repartiendo folletos, pintando carteles, haciendo grupos de amigos que hasta hoy siguen conmigo en la actividad política. Generé muchas amistades. Fue en esa etapa en la que también tuve que comenzar a trabajar…
9. ¿Con 14 años?
– Claro, porque mi padre se enferma y tuve que comenzar a trabajar para comer, porque en casa se había complicado muchísimo la cosa porque pasamos de una realidad a otra de golpe.
– ¿Qué hacías?
– Y bueno, de todo un poco. Mi padre era agente en una inmobiliaria, ahí se complicó todo, quedó internado en CTI por mucho tiempo, mi madre era ama de casa, entonces tuve que salir yo a encarar la vida, ir al escritorio y a ver cómo nos juntábamos con un peso. Esa etapa fue muy dura en mi vida, cuando todo el mundo se preparaba para los cumpleaños de 15, recuerdo que yo tenía un vestido, y lo que hacía mi madre era cambiarme los vuelitos abajo, iba siempre con lo mismo y nunca tuve un trauma. Generé muchos vínculos muy solidarios en esa época de la propia gente de mi edad, de ahí surgieron amistades y vínculos muy fuertes. Con 17 años me fui al Liceo 5 y con autorización ya trabajaba en una inmobiliaria de secretaria. Me iba a las 7.30 de la mañana para hacer 5° año, terminaba al mediodía, me cambiaba de ropa, comía algún refuerzo en el baño del liceo y de ahí me iba a trabajar a la inmobiliaria. Hasta los 19 años esa fue mi vida. Y en los fines de semana hacía encuestas para ganarme un pesito extra.
10. ¿En qué momento aparece Gustavo?
– En ese momento, con 19 años, yo trabajaba en esa inmobiliaria, me venía caminando, cruzaba siempre por su casa, vivíamos a la vuelta, y él trabajaba cerca también. Yo entré en Facultad un año antes, en el 93. Con Gustavo nos conocíamos de chicos pero solo de hola y chau, porque mis amistades eran más de los barrios, lejos, y él era más del centro. Mientras yo me iba a Barrio Artigas, donde tenía muchas amistades, me tenían que ir a buscar mis padres de tardecita porque si no yo ni siquiera volvía (risas). En esa época para poder salir a los bailes, empalmaba milanesas en la carnicería de una amiga, nos pagaban y nos íbamos. En ese tiempo Gustavo volvía recién recibido de Buenos Aires, se había ido muy chico. Teníamos amigos en común como María Angélica Lura que es mi amiga del barrio desde que tengo 6 años y Mario Aragón, que era amigo de él, nos encontrábamos en la costanera, y un día fue a mi casa y me invitó a salir, lo más rostrudo (risas). Así empezamos, 9 de enero del 94.