Diario Cambio: Venezuela
Columna Especial para Diario Cambio
Jueves 16 de Enero de 2025.
Venezuela, un país que en otro tiempo fue símbolo de prosperidad en América Latina, lleva años sumido en un régimen que ha derivado en una dictadura. La concentración del poder, las elecciones fraudulentas y la sistemática violación de los derechos humanos son los pilares del gobierno actual, liderado por Nicolás Maduro y sus aliados.
A pesar de contar con las mayores reservas de petróleo del mundo, el país enfrenta una crisis económica sin precedentes. Hiperinflación, pobreza extrema y escasez de alimentos y medicinas han transformado la vida cotidiana en una lucha constante por la supervivencia. Esta catástrofe no es fruto del azar, sino el resultado de políticas erráticas, corrupción desmedida, violencia estatal y la expropiación de empresas productivas que han devastado la capacidad del país para sostenerse.
En el plano político, el régimen ha desmantelado los principios democráticos de forma sistemática. Las elecciones en Venezuela son una farsa: organismos internacionales y observadores independientes han denunciado irregularidades flagrantes, desde el control total del Consejo Nacional Electoral por parte del oficialismo hasta la manipulación de los resultados.
Paralelamente, el gobierno ha implementado una represión violenta contra quienes se atreven a disentir. Informes de organismos como la ONU y Human Rights Watch evidencian que las fuerzas de seguridad venezolanas han cometido ejecuciones extrajudiciales, torturas y detenciones arbitrarias. Activistas, periodistas y líderes opositores son perseguidos y encarcelados por expresar opiniones críticas. Estas violaciones de derechos humanos no son incidentes aislados, sino parte de una política de Estado diseñada para sofocar cualquier forma de disidencia.
El discurso oficial del régimen intenta justificar su permanencia en el poder culpando a «ataques externos» y sanciones internacionales. Sin embargo, esta narrativa no logra ocultar las profundas fallas internas que han llevado al país a una crisis humanitaria de proporciones catastróficas. Millones de venezolanos han abandonado su tierra natal en busca de un futuro mejor, integrando una diáspora que refleja el colapso de un sistema incapaz de garantizar lo básico a su población.
Llamar dictadura al régimen venezolano no es exagerado, sino un acto de reconocimiento ante la realidad: las instituciones están controladas, la voz del pueblo ha sido silenciada y el sufrimiento de millones se usa como moneda de cambio político y las elecciones fueron fraudulentas.
En Uruguay, a pocos meses de que el Frente Amplio asuma su cuarto período de gobierno, persisten dirigentes como Juan Castillo, del Partido Comunista, quienes consideran legítimo al gobierno venezolano, sosteniendo que los venezolanos apoyan y votan a Maduro. Este tipo de pensamiento, carente de objetividad y cargado de ideología, no debe pasar inadvertido, pues refleja una peligrosa desconexión con la realidad.