Algo hay que hacer.
“Entre los pastos tirada como una prenda perdida, en el silencio escondida como caricia robada, completamente rodeada por el cardo y la flechilla que, como larga golilla, van bajando a la ladera, está una triste tapera. Descansando en la cuchilla.” Así comienza un poema de Elias Regules que siempre me gusto, con su pluma sin igual te coloca en ese espacio de soledad, de abandono, de ausencia de vida y de plenitud de recuerdos.
Estos días he comprendido que al Partido Colorado muchos lo ven así, un espacio desolado, repleto de historias valiosas, de nombres, de mitos, pero sin vida. A diferencia de la tapera del poema de Regules, tengo la sensación de que para muchos se trata de una casa majestuosa de antaño cuyos famosos ocupantes ya no están y cada tanto es disfrutada por algunos que aunque no pertenezcan a ese lugar pasan por ahí, entran y la usan por un tiempo, incluso se llevan alguna medalla, algún galardón, algún sillón y se van como llegaron, porque no pertenecen ahi.
Y es que, como todos sabemos si dejamos una casa abandonada, sea valiosa por su riqueza o por sus recuerdos, será muy difícil recuperar su esplendor sin dedicarle esfuerzo. Porque un espacio con historia que no se transforma, que no se aggiorna también va a desaparecer inexorablemente.
El Partido necesita ser recuperado para ser protagonista de esta nueva realidad política y no ser usado como espacio de trampolín para intereses personales o satisfacción de egos, como sucedió con Talvi y va a suceder con Almagro.
Estos “mesías” son alentados por algunos dirigentes que antes de mirar la recuperación del Partido ven que sector pueden armar donde ellos puedan seguir manteniendo sus influencias.
Cómo colorada creo en un partido abierto y espero que todos vengan a él para poder discutir ideas, armar espacios diferentes y crecer. Pero resulta que no es lo que ha pasado últimamente y eso me hace pensar que quizá el primer paso no sea “inventar un líder”, sino volver a llenar la casa de antiguos ocupantes con amor al partido, sentido de pertenencia a la colectividad, que discutan cómo proyectarla al futuro y no como proyectarse ellos. Estoy segura que hay en todo el país muchos colorados que hoy no se sienten representados y muchas veces ni siquiera escuchados, entre esos colorados pueden estar los líderes y quizá no sea necesario traerlos de afuera.
Muchos colorados hemos cedido espacios por distintos motivos y hoy en mi caso observo con preocupación el deterioro del Partido al que amo, quizá a muchos de esos colorados les esté pasando lo mismo, porque el deterioro que se observa no se mide solo en votos.
Quizá sea el momento de darnos cuenta que “algo hay que hacer” y no solo lamentarnos, quizá sea el momento de volver a vernos y reconocernos como pertenecientes a una colectividad que está viva, aunque dispersa. Quizá sea el momento de entender qué nos equivocamos al creer que estábamos de más y que no dar nuestra opinión era una forma de cuidar al Partido. Quizá podamos cambiar el final de esta historia para que no termine como el poema de Regules ...“Y que siempre que la miro, dejo sobre ella un suspiro, para que no esté tan sola.”
Cecilia Eguiluz